
Creo en el dicho de "todo vuelve". Anteriormente lo creía cuando algo me pasaba a mi y se lo deseaba a la otra persona, obviamente porque me hizo pasar malos momentos o sentirme una basura. Ahora que lo que hice volvió hacia mí me siento peor, el jugar sucio, el meterse donde no hay que hacerlo, el arriesgarse, te puede jugar tan en contra que parece que estuvieras encerrado en cuatro paredes y no hubiese opción para salir. Espero que esto que volvió sirva para algo...
Nada vuelve, porque nada se vá. Todo queda impregnado en la piel, en el cuerpo, en los replieges de nuestra mente, de nuestro corazón. Las cosas se separan, sí, pero siempre una esencia queda en nosotros, una mínima parte vive con nosotros para siempre, y tan mínimas son esas cosas que las juntamos todas, creamos un mejunje de recuerdos, malos o no.
ResponderEliminarVisualicemos la vida humana como un simple panal, somos simples abejas curiosas que se meten por cualquier lado, curiosean, van de aquí para allá, pero cada una tiene un fin: miel, al igual que nosotros, somos tremendamente individualistas que sólo nos importa lo propio, lo nuestro. Tan individualistas seremos que nos olvidamos de arriestar, de jugarsela, de accionar, de activar...
¿Qué tipo de vida es esta -me pregunté- si no tenemos ese elixir que se siente al arriesgar?
No hubo respuesta.